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lunes, 18 de agosto de 2008

Mis vacaciones (I)



Hoy podría ser el día más triste del año, el día que descubro que un mes dura un instante. Y me vuelvo a ver sentada ante el ordenador, mirando el reloj, contando los segundos... NOOOO! las vacaciones se han terminado!! Y sí, he disfrutado mucho y sí vengo muy relajada. Pero lo duro es abrir la agenda, lo duro es ver todo lo que tengo pendiente!!! Me llevé los deberes a mis vacaciones y algunos de los post de este verano ya están escritos.
Hoy publico el capítulo I y esta noche la felicitación a Gus.


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Si ya en Mayo odiaba el calor, ni te imaginas en estos días de 40º a la sombra…Hoy he visto en la TV que el pueblo más fresco de España está en Teruel y se llama “Griegos”, allí estaré el verano que viene, os lo aseguro. Pero hasta el año que viene aún falta mucho y no me quedó otra que salir huyendo hacia tierras lejanas (y fresquitas), de todo ha habido.
Un mes de vacaciones la verdad es que da para mucho (y para más). Creo que he dedicado tiempo a todo y a nada. Empecé en un campamento urbano (de voluntaria con niños/as). Y me sorprendí a mi misma disfrutando un montón y descubriendo (una vez más) que el voluntariado es más recibir que dar. Dedicar algunas horas de tu tiempo libre a los demás de manera altruista es lo más enriquecedor que hay; crees que haces un favor y en realidad te lo están haciendo a ti.
Tras esos días de piscina y risa, me fui a ver a mi madre a Valdepeñas. Podría dedicar un capítulo entero al pueblo, a la sensación de entrar en un paisaje diferente, a mis tíos esperando siempre pacientes en la estación, a la gente mirándote por la calle por llevar determinadas pintas, a mi hermano (el ser más urbano del mundo) sonriendo (por el efecto de los porros) a familiares olvidados, al helado en la plaza, a dormir del tirón, a encontrarte por la calle a gente con la que has compartido amoríos rodeados de niños/as, suegras y perros, a los recuerdos de veranos enteros allí… Y es genial estar en el pueblo sentada en el patio viendo únicamente 6 canales (más las autonómicas), sin DVD, sin Internet, dejando que el teléfono suene.
Básicamente en Valdepeñas no hay mucho que hacer, dar una vuelta por el centro (de tiendas), tomarse unas cañas en las diversas terrazas, desde hace pocos años se puede ir a los multicines, a la bolera (incluso al Burguer). Por el característico calor de La Mancha es imposible salir a la calle entre las 13-20h, horas que se pasan en casa, echándote una gran siesta a la fresquita, viendo pelis (reposiciones varias en la TV o en el portátil), escribiendo tus pensamientos en alguna de las habitaciones de la casa, refrescándote con la manguera, tomando té, charlando con la familia o simplemente perdida en algún rincón con una buena hamaca.
Este año la novedad fue que mi primas (y mejores amigas) me regalaron la entrada al concierto que daba mi amado ECDL en Ciudad Real (a 1h de mi pueblo) y allí que me fui con mi prima Rachel, espectacular. Cuando ya pensaba que no estaría en esta gira el destino me deparaba alguna sorpresa. Otro capítulo podría ser mi amor incondicional a Dani Martin, no como loca fanática si no como enamorada en general. Aunque llevo un año que me cuesta escucharlos porque me recuerdan a mi amiga perdida (la reina del sudoku, la de la habitación de al lado), para otro post.
*nota: en este concierto le mandé un sms a este tipo que resultó ser muy especial y que no sé yo si es que soy rara o si en realidad invento y fantaseo y me creo metida en una de mis pelis… No hubo respuesta.
Otra cosa que adoro del pueblo es la decoración de la casa, cargada de muebles que han pasado por la vida de mi familia y que fueron sustituidos, paredes decoradas con cuadros de clase de pretecnología, mesas cargadas de ceniceros recuerdos de La Manga, Torrevieja… Platos y vasos que en su momento fueron lo más de lo más, colchas con dibujos sesenteros, toallas del año II a.c…básicamente cosas que podrían formar parte del atrezzo de “Cuéntame”. Y esos vasos de colores que mi abuela compró para cada primo, cada uno de su color para no pelearnos.
Cada rincón de la casa tiene una historia y un recuerdo, hasta la manera que tenía de bajar saltando las escaleras… Los recuerdos a veces duelen, no crees? Pero con el tiempo hemos sabido enfrentarnos y llegar a convivir con ellos.
Por lo tanto, adoro ir a Valdepeñas, recordar a mis abuelos, las dos mejores personas del mundo, adoro conservar su casa y sentir que andan por allí.

Mañana capítulo II de mis vacaciones.

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