Historias de verano

Las vacaciones llegan al ecuador sin haberme dado mucha cuenta, la verdad, al final todo ocurre muy deprisa, de ahí ese gran lema publicitario "o te mueves o caducas".

Ayer regresé de Ibiza, tendría que haber vuelto el sábado, pero perdí el vuelo, sí esas cosas pasan, doscientos euros me ha costado la gracia... Pero la isla sigue preciosa, el mar, el atardecer, la siesta, terminar un libro, las risas con la fauna que habita por esas playas, sintonizar la emisora adecuada, Casa Anita y su maravillosa comida... Mi espacio.

La otra historia de este verano corto y largo a la vez, es aquella que se quedó a medias cuando el mundo dejó de girar durante una mañana y después el teléfono no sonó. Pues ha sonado hoy, no traía buenas noticias, estoy destinada a compartir?

No deja de ser una especie de cuento de verano, y tampoco descarto escribir un mini relato a colación de ello. "Un tipo te trae el desayuno, después tú que no tienes su teléfono y sólo sabes su nombre le mandas un libro a su curro (con dedicatoria guay), te lo devuelven por la falta de datos, tu mejor amigo lo lleva en mano, y dos semanas después suena el teléfono, vuelve a haber un desayuno, te enteras de que la historia deja de ser bonita y pones los pies en la tierra...". Promesas de llamadas que no se producirán. Falta de audiencia para esta miniserie B.

Y fin.

Mañana me voy a las tierras perdidas también conocidas como el pueblo de mi madre, vida contemplativa una semana. Seré capaz de ausentarme por un rato de mi eterna obsesión por los pensamientos?

Dime algo.