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lunes, 11 de julio de 2011

Hecho

Y esa sensación que se te queda cuando por fin haces lo que deseas...


He sido capaz de abrirme como hace más de diez años que no hago. No es que esperara una respuesta, he aprendido a no esperar nada. Es decir, yo necesito/quiero hacer algo, lo hago y no espero nada, porque mi decisión es solamente mía y está tomada.


Pero claro, la sensación de estar rota no va a desaparecer porque yo haya tomado una decisión. Y así estoy, un poco rota.


Creo firmemente que es mejor no querer, esa absurda frase de "es mejor haber amado y haber perdido, que no haber amado nunca" (de un tal Alfred Tennyson) es una puta mierda de frase!


Si amas y pierdes te quedas tan hecha polvo y con una sensación tan horrible y que sabes que no pasará, intentando recomponerte cuando eso no lo decides tú, lo deciden los estúpidos sentimientos. Que es mejor no haber amado nunca y vivir en la ignorancia de lo bonito que es, porque seamos realistas, nada es para siempre.


Y yo, enamorada siempre del amor, me encuentro hoy tan negativa que cualquier cosa que se me pase por la cabeza relacionada con querer estará ligada (sin yo quererlo) a un corazón destrozado. Pero oye, destrozado por mi. Que no voy a ponerme a echar la culpa a nadie. Una sabe en lo que se mete y si no he sido capaz de controlar este es el triste resultado.


Por lo tanto, cuándo pasará? Me acostumbraré a vivir con ello o destrozaré mi vida un poquito más?



Siento que da igual que lo intente, eso no va a desaparecer porque yo esté con mis amigos/as, vaya a la playa, esté con la familia, dedique más tiempo a mi trabajo, me dedique a leer libros de autoayuda o mantenga la mente ocupada en otra cosa. Una vez que te lo reconoces a ti misma, lo transmites y se oye un golpe muy dentro, ya no hay nada que hacer.



Joder!

1 comentario:

Feis dijo...

¿HOLA? ¿Se me escucha? Al habla una persona que lleva tiempo buscando tiritas (para apañar las heridas, digo).


Sorpresa sorpresa: la cosa no va a desaparecer, ni con la playa, ni con la familia ni con la terapia (¡chúpate esa, J.!, pongo sólo la inicial de tu guía espiritual para preservar su identidad), pero hay que vivir. Esa es la clave de la existencia.

La gente se pasa la vida intentando aprender a asumir que las cosas pasan sin que podamos hacer muchas veces nada por evitarlo. Y hay que vivir con ello. No hacerlo desaparecer ni borrarlo, ojo. Aceptarlo. Integrarlo. Saberlo. Y seguir con nuestra existencia. Y sólo así, sólo entonces, superarlo.

Y ahora que sabes que no tiene que desaparecer, sino que tiene que estar y que tú lo aceptes y sigas viviendo con ello, te darás cuenta de que a seguir viviendo sí que te ayuda venirte conmigo a la playa durante una semanita a tomar el sol, y jugar al Time´s up, y cantar "Galileaquéfortunalamía", y ganarme al Scene It una y otra vez (haciendo trampas, que lo sé).

Yo es que estoy muy orgullosa de tí, llámame clásica, pero me siento como cuando mi madre venía a verme bailar ballet: no era yo Nureyev, pero aunque me equivocase, aunque girase para el lado contrario, aunque mi demiplié fuera un desastre, mi madre sabía que eso sólo era el resultado, la fachada, el producto, pero lo realmente importante era que yo lo estaba intentando y que ella estaba allí para aplaudirlo.


Así que plas, plas, plas, plas...